Casas de corrección : Capítulo 3, 2ª parte

Si nuestras casas de corrección siguen estando tan descuidadas, se continuará enviando a las prisiones del condado a los condenados a trabajo forzado, lo que terminará con los esfuerzos de los guardias dispuestos a aplicar la ley sobre la preservación de la salud de los prisioneros, y para liberarlo...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Howard, John
Otros Autores: Naciff, Silvia Susana
Formato: Articulo
Lenguaje:Español
Publicado: 2002
Materias:
Acceso en línea:http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/156767
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Descripción
Sumario:Si nuestras casas de corrección siguen estando tan descuidadas, se continuará enviando a las prisiones del condado a los condenados a trabajo forzado, lo que terminará con los esfuerzos de los guardias dispuestos a aplicar la ley sobre la preservación de la salud de los prisioneros, y para liberarlos, más que para multarlos, desparramando la enfermedad a toda la sociedad. Es chocante constatar que una prisión representa una amenaza para la moral, la salud y a menudo para la vida misma de los condenados, que sólo han sido condenados a trabajo forzado y a corrección. Un bastardo, un ebrio o una ladrona menor que no tuvieron nunca la oportunidad de recibir lecciones de moral, enviados a una casa de corrección por uno o dos años, tendrán que enfrentarse a la holgazanería, al hambre, a la mugre, y vivir en compañía de personas despreciables. Si la casa de corrección no es segura, se los enviará a una prisión del condado, con una compañía peor, los criminales irrecuperables. ¿Buscaríamos destruirlas? Muchos pueden dar la fecha precisa en la que esos condenados abandonaron totalmente todo principio de virtud o de honor: es la fecha de su encierro en las escuelas de la maldad. Cada condado, cada ciudad debería, primeramente, asegurarse que su casa de corrección está adaptada para ese destino.